El post menciona tres ideas claves del libro «Profesores vs Tecnología», describiendo los argumentos respecto a la ciencia cognitiva y la discución en torno a la investigación sobre atención y distracción en el contexto de enseñanza remota.
A las almenas, camaradas…
Acabo [Doug Lemov] de terminar de leer el nuevo libro de Daisy Christodoulou, Teachers vs Tech: The Case for an Ed Tech Revolution (que en español sería: Profesores vs. Tecnología. El caso para la revolución tecnológica en educación)
Es excepcional, como todo lo que Daisy escribe: claro al descifrar asuntos complejos; profundo en formas inesperadas; basado en la lógica y la investigación.
A continuación, tres ideas que encontré profundamente útiles:
1. Para entender cómo usar la tecnología, hay que comenzar por comprender la ciencia cognitiva
Su argumento principal es que, como profesión, entendemos mal o subestimamos la ciencia disponible sobre cómo funciona el aprendizaje. Esto incluye la importancia crítica de la atención, los conocimientos previos y las formas en que interactúan la memoria de trabajo, la memoria a largo plazo y la percepción (por ejemplo, la teoría de la carga cognitiva1). Es por esto que fracasan nuestros esfuerzos por utilizar la tecnología para mejorar la educación.
Si no entendemos cómo el conocimiento le da forma al aprendizaje, sobrevaloraremos el aprendizaje por descubrimiento, lo que supone de forma errónea que la experiencia del profesor y el conocimiento previo del estudiante son relativamente poco importantes. En ese caso, el objetivo será sumergir a los estudiantes en entornos tecnológicos ricos y no estructurados sin prepararlos para que cuenten con los conocimientos previos necesarios y sin la mediación de un profesor, con la premisa de que todo eso los ayudará a aprender. Es poco probable que esto ocurra y el aprendizaje que se produzca seguramente será desigual.
La tecnología hace que las cosas sean más rápidas. Pero no podemos usarla bien si la utilizamos para acelerar concepciones erróneas del aprendizaje. Se debe comenzar por comprender el cerebro.
2. Las aplicaciones más útiles son a menudo menos visibles
Daisy no le teme a la tecnología. Su libro es sobre el uso de la tecnología y no para combatirla, y tiene algunas sugerencias muy útiles. Una de las mejores y más simples es el uso de aplicaciones de tarjetas para ayudar a los estudiantes a estudiar y desarrollar la memoria a través de la práctica de la recuperación. Una de las cosas más inteligentes que un profesor o escuela podría hacer sería construir un conjunto de flashcards [tarjetas de aprendizaje 2] hechas a la medida para que los estudiantes las utilicen al revisar y estudiar en sus dispositivos. Estas pueden estar alineadas con un organizador de conocimiento, si se tiene uno, o se pueden actualizar regularmente con información clave del curso.
Otra gran sugerencia (páginas 84-91) tiene que ver con las reglas de diseño para la información visual. Las imágenes y los videos son mucho más habituales y pueden agregar un valor inmenso, pero combinar palabras e imágenes de manera efectiva es toda una ciencia3. Es necesario eliminar toda la información que pueda distraer, y cortar el texto en pequeños trozos e insertarlo en el organizador gráfico (ya sea video o imagen) para explicarlo en pasos manejables y secuenciales. Esa es básicamente una sección sobre cómo hacer mucho mejor lo que ya estás haciendo.
3. Es una batalla por la atención
Para mí, la parte más poderosa del libro de Daisy fue su discusión en torno a la investigación sobre atención y distracción.
Una cosa que es obvia, pero que realmente no había pensado, es que en el mundo actual de la enseñanza remota, muchos estudiantes tienen tanto computadores portátiles como teléfonos en su entorno de aprendizaje. Esto es importante porque 1) las personas tienden a usar los teléfonos y los computadores de manera diferente; y 2) les permite aún más el “realizar múltiples tareas a la vez” o “multitasking” [entre comillas por una razón… ver más abajo].
Mi hija menor me describió esto en la mesa del comedor la semana pasada. “Miro la pantalla durante mis llamadas de Zoom y puedo ver la luz azul que brilla en muchas de las caras [de mis compañeros de clase]. Es tan obvio que están en sus teléfonos, pero mis profesores no miran lo suficientemente de cerca (o no pueden) como para notarlo”.
De todos modos, el libro proporciona un resumen de algunas de las investigaciones sobre la atención:
“En un estudio de 2016 realizado por Carter, Greenberg y Walker, se les permitió a los estudiantes llevar dispositivos a algunas secciones de sus cursos, pero no a otras. Les fue mejor en las secciones sin dispositivos”.
“En un estudio de 2018 realizado por Glass y Kang, los estudiantes fueron divididos aleatoriamente en dos grupos de clase. A un grupo se le permitió llevar dispositivos a sus clases, a los otros no se les permitió. Los estudiantes en la clase sin dispositivos obtuvieron mejores resultados en la evaluación final…”.
“Cuando se les pidió a los estudiantes universitarios de la Universidad de Texas que hicieran una serie de pruebas cognitivas, lo hicieron mejor si dejaban sus teléfonos en otra habitación y peor si los teléfonos estaban en el escritorio frente a ellos. El efecto se mantuvo incluso si los teléfonos estaban apagados”.
Y sobre la multitarea o multitasking:
“La investigación sugiere que no somos capaces de realizar múltiples tareas a la vez. Lo que terminamos haciendo es cambiar de tarea, es decir, cambiar nuestra atención de un lado a otro entre dos tareas de una manera que hace que el rendimiento sea más lento y propenso a errores. Incluso los sitios web y las aplicaciones [por ejemplo, Zoom] que no intentan distraer, son parte de un ecosistema que sí lo hace. También está claro que este tipo de distracción es mala para el aprendizaje, ya que promueve el “multitasking” (o más bien el cambio de tareas) y reduce los recursos de la memoria de trabajo para el tema que se estudia”.
Más datos:
“En otros estudios se les ha pedido a los estudiantes que coloquen un software de grabación de pantalla en sus computadores y monitoreen su uso de los medios de comunicación durante las clases [estudiantes de pregrado]: el 94% de ellos usó el correo electrónico durante la clase y el 61% uso la mensajería instantánea. Otro estudio similar encontró que, en una conferencia de 100 minutos, en promedio, los estudiantes pasaron 37 minutos en sitios web no relacionados con el curso”.
“Otro estudio de 2017 mostró que, en el uso diario general de sus computadores, los estudiantes universitarios, en promedio, cambian de una ventana a otra en sus navegadores cada 19 segundos”.
En la red: “Cuando usamos un dispositivo conectado a internet, estamos usando un dispositivo que está conectado a un motor de distracción”. Esto deberíamos hacerlo con precaución. Una de las sabias sugerencias que la autora hace, más allá del control que pueden ejercer los profesores, es el desarrollo de dispositivos contexto-específicos, diseñados para colegios, los que limitarían el acceso a las distracciones, que es un inconveniente instantáneo al utilizar cualquier dispositivo que se conecte a la red.
Este post es posible gracias a la generosidad de Doug Lemov que nos ha permitido traducir sus interesantes publicaciones. Para acceder al post original en inglés, haga clic aquí.